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Talismán de fe (Parte III)

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Mensaje  Mouli Vie Mayo 08, 2009 10:14 pm

...Al parecer, el trabajo no sería demasiado complicado con una persona como él.


Las oscuras nubes pesadas de lluvia flotaban sobre la ciudad de Londres, como era habitual en esa época del año. La ciudad seguía su ritmo habitual. Las calles estaban repletas de gente y de autos. El reloj de la torre del Big Ben marcaba las cuatro y media de la tarde. Pronto sería la hora del tradicional té inglés.
Las calles de la ciudad estaban atestadas de automóviles y autobuses, ya que era hora pico. A lo lejos, el río describía sus lentas curvas, mientras el Ojo de Londres seguía con su eterno ciclo giratorio.
En un café de King’s Cross, sentada junto a la ventana, la agente de INTERPOL Scarlett Mason leía el diario mientras esperaba que el mozo le trajera el café que había pedido. Era una joven de unos treinta años, rubia y con unos enormes ojos celestes claros. Era una mujer capaz de llamar la atención de cualquier hombre sin importar su edad ni sus gustos en materia de mujeres. En esos momentos vestía una simple camisa blanca con una falda gris, medias oscuras en las piernas y zapatos de tacón negros.
_ Aquí esta su café, señorita Mason_ dijo una voz detrás del periódico. Al correrlo, Scarlett vio a James, uno de los tantos empleados de su padre, ya que ese local era propiedad de su familia.
Francis Mason, su padre, era uno de los empresarios más importantes de la capital inglesa. Entre las propiedades que conformaban su cuantioso patrimonio, se contaban más de doce cafés a lo largo de la ciudad, cinco hoteles, dos conocidas discotecas, una empresa de seguros, una empresa constructora, gran parte de las acciones de un importante banco británico, entre otras.
Durante los años de su infancia y adolescencia, Scarlett había sido mimada y malcriada en todos los aspectos posibles. Cuando le llegó la hora de elegir que hacer con su futuro, eligió sin dudar la carrera de detective de alguna de las agencias del gobierno.
Al conocer la decisión de su hija, el señor Mason intentó con todos los medios posibles de disuadirla de esa carrera, llegando incluso a la amenaza de desheredarla, pero Scarlett era la más terca de los dos hijos de Francis Mason, conocido de por sí por su necedad y su terquedad, y este nunca podría disuadirla por muchas amenazas que hiciera y argumentos que esgrimiera.
Tuvo que contentarse con tratar de educar a su hijo menor en el manejo de las empresas, pero este, con su creciente interés en las mujeres y las fiestas, no era tan inteligente ni capaz como su hermana. Derrotado por primera vez por su propia hija, Mason había decidido mover todos sus contactos para ayudarla en su carrera y granjearle en pocos años un lugar en la agencia de INTERPOL en Inglaterra.
_ Gracias, James_ le dijo al mesero_ ¿Has vuelto a tener problemas con ese loco vecino tuyo?
_ No, señorita Mason_ respondió él_. Desde que usted fue a hablar con él, no ha vuelto a molestarme.
_ Te he dicho miles de veces que me llames por mi nombre_ repitió ella incansablemente_. Me hace sentir una impostora que me digan “señorita Mason”.
_ Lo siento, señor… Scarlett_ dijo él. Dicho esto, inclinó un poco la cabeza y se marchó.
La hermosa muchacha meneó la cabeza sonriendo. Era conocida en todas las empresas de su padre por su buena química y su bondad con los empleados de Empresas Mason S.A. Esto podía venir bien de su naturaleza dulce y amorosa, o bien de su constante desafío hacia Francis Mason.
Cada punto en la existencia de Scarlett Mason podía verse e identificarse claramente como la contra de lo que haría su padre en su lugar. Detestaba que su padre creyera que tenía algún control sobre su vida, y aborrecía aún más que esto cierto. Le gustaba ser dueña de su propio destino, y que la gente la apreciara por sus propias capacidades, y no por ser hija del señor Mason.
Scarlett probó el café. Por supuesto, había pagado por él, pues no esperaba que ninguna de las empresas de su padre le regalaran nada, justo como si fueran cualquier otra empresa. Vació un sobrecito de azúcar sobre la taza y revolvió el contenido. Miró su reloj. Aún faltaba una hora para la reunión con su superior. Volvió a abrir el diario y se escondió detrás de él.
Había leído unas pocas líneas del artículo que más había llamado su atención cuando alguien volvió a interrumpirla desde detrás del periódico.
_ Que suerte que te encuentro, Scarry_ lanzó un suspiro, pues ya sabía con quien se encontraría al otro lado de las hojas de papel.
_ Hola, Matthew_ dijo ella bajando el diario.
_ ¿Cómo has estado?_ preguntó tomando asiento frente a ella. Era un joven de unos veintiún años. Era tan llamativo como su hermana por su cabello rubio corto a menudo despeinado, sus penetrantes ojos azules, y sus facciones de querubín. Era un gran conocedor del sexo femenino, cosa que a menudo lo metía en problemas de los que generalmente no salía sin ayuda de su padre o su hermana. Resignada a escuchar otra de sus historias nocturnas, dobló el periódico y lo puso en la mesa, junto al café.
_ ¿Qué fue esta vez, Matt?_ preguntó ella sarcásticamente_ ¿Te enredaste con la hija de algún socio de papá?
_ En realidad_ dijo él dubitativo tirando por el suelo el sarcasmo de su hermana_, fue la esposa de un futuro socio de papá.
Hacía dos años que Matthew alternaba su inconstante educación universitaria con el trabajo en las empresas de su padre. A menudo, a Francis le gustaba tenerlo cerca, y lo llevaba consigo a fiestas elegantes y a reuniones con socios suyos.
_ ¡Matthew Mason!_ exclamó ella. La mitad de la gente dentro del lugar volteó para mirarla. Ella se corrigió inmediatamente susurrando la próxima frase_. ¿Desde cuando te metes con mujeres casadas?
_ ¿Quisiera que le traiga algo, joven Mason?_ preguntó James.
_ Una cerveza, por favor_ respondió él_. Es la primera, te lo juro_ le dijo a su hermana una vez que James se hubo marchado. Scarlett lo miró inquisitivamente penetrándolo con sus ojos azules.
_ Esta bien, la segunda_ admitió Matt.
_ Matt_ comenzó ella meneando la cabeza, su hermano se preparó inmediatamente para recibir uno de sus pesados pero acertados reproches_, no puedes ir por allí jugando con los sentimientos y las vidas de las mujeres. ¿No has pensado en buscar una novia más o menos estable?
_ Después de que pase todo esto lo haré, te lo juro_ prometió él realmente desesperado. Mientras decía esto, llegó James con una botellita individual de cerveza y la dejó sobre la mesa. Matt esperó que se alejara para proseguir_. Pero ahora necesito alejarme algún tiempo.
_ ¿Porqué deberías?_ preguntó su hermana extrañada_. Hay algo que no me estás contando, ¿verdad?
_ Bueno…_ empezó él como un niño atrapado en plena travesura_. Las cosas con esta “señora” no terminaron muy bien que digamos, y ella. Bueno. Ella amenazó con decirle a papá y a su marido que yo había intentado seducirla si la dejaba. Digamos que necesito salir de la ciudad por un tiempo, al menos hasta que a esta loca se le pase un poco el enojo.
Scarlett apoyó la frente en su mano derecha. En el fondo, se enorgullecía del espíritu salvaje y descontrolado de su hermano, pero le molestaba mucho que no se comportara como un hombre y asumiera la gravedad de sus actos.
Durante la infancia de ambos, su madre había tenido una temprana muerte, lo que los había obligado a unirse para ayudarse mutuamente, pues su padre estaba ocupado a menudo y no contaba con suficiente tiempo como para pasarlo con ellos. Prácticamente, había sido Scarlett quien había criado a su hermano menor. El vínculo entre ellos era muy fuerte desde entonces.
_ Bien_ dijo ella_, esto es lo que haremos_ Matt se alivió al escuchar la pluralidad de los planes de su hermana. Una vez más había sido salvado por ella_. Saldremos de la ciudad. Podemos ir a la casa de Liverpool unos días.
_ Sabía que podía contra contigo, Scarry_ dijo él agradecido_. Nunca me has dejado solo.
Ella le tomó la mano sobre la mesa y la estrechó con fuerza.
_ Para eso están los hermanos_ dijo sonriendo_. Ahora ve y prepara tus cosas. Debo ir a una reunión en un rato, pero te hablaré luego para arreglar el asunto.
Scarlett se levantó. Pasaría por el departamento de su novio antes de acudir a la reunión con sus superiores. Decidió que era innecesario sacar el auto de la cochera donde lo guardaba durante los horarios de trabajo. Afortunadamente, su departamento no distaba mucho de la oficina, y el hogar de su novio tampoco. Solo usaba el auto cuando era necesario. Odiaba el tráfico en Londres, con sus eternos embotellamientos y sus molestas glorietas.
Caminó las dos cuadras tratando de idear una manera de mantener su promesa para con Matt sin descuidar el ámbito laboral y emocional. La próxima reunión con su jefe podía significar la asignación de algún nuevo caso, así que el problema podría ser peor de lo pensado. La única solución que Scarlett veía posible era la de enviar a su hermano a Liverpool solo, pero esa no era una opción. “Quien sabe que cosas haría este chico sin la supervisión adecuada”, pensó.
Una vez frente al edificio, extrajo su copia de las llaves de la puerta y entró. George Davies, su novio, dueño de una empresa de transportes heredada de su padre, era unos tres años mayor que ella. Scarlett amaba que George jamás se hubiera fijado en el imperio de su padre, que algún día ella heredaría.
Era un desinteresado joven que jamás le había hablado de su padre sin que ella sacara el tema, y que jamás había querido conocerlo, al menos hasta que ella consideró necesario presentárselo a Francis por cuestiones de educación.
Una vez que se hubo detenido el ascensor, Scarlett salió al pasillo y abrió la puerta del departamento. Al parecer no había nadie, y ella tampoco esperaba que lo hubiera, pues George solía pasar gran parte de su tiempo en la sede de su empresa, y no acostumbraba volver hasta la hora de la cena, hora en que a Scarlett le gustaba recibirlo con la comida preparada.
Se entristeció un poco al pensar de que en los siguientes días, el pobre George debería ordenar comida, pues ella no estaría allí. Para evitar esa situación al menos por esa noche, Scarlett puso manos a la obra y preparó la cena en tiempo record, para poder llegar a la reunión a tiempo. Lo único que él tendría que hacer sería calentar la comida en el horno de microondas.
Satisfecha por su labor, la joven abandonó el departamento apresuradamente decidiéndose a pasar por la empresa un rato más tarde para despedirse. Por suerte para ella, el edificio de la agencia no distaba mucho de la casa de George, y recorrió las pocas cuadras que la separaban de la sede de INTERPOL en poco tiempo.
Una vez dentro del edificio, caminó directamente hacia la oficina del jefe de la agencia en Inglaterra, Roger Molbrew, en el sexto piso. La secretaria de Roger le indicó que el jefe la esperaba, así que tocó la puerta y entró al escuchar la respuesta.

...

Mouli

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