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Talismán de fe (Parte II)

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Mensaje  Mouli Jue Mayo 07, 2009 12:03 am

En el oriente, el cielo de la ciudad se teñía de rosado al salir el sol. A pesar de esta silenciosa explosión de color que transmitía tranquilidad, la noche en la ciudad había sido muy movida. La rue Pasteur estaba llena de patrulleros de la policía de París, a pesar de ser solamente las siete de la mañana
El inspector Jaques Rouselle estacionó su auto y se bajó rápidamente. Al salir del auto, el aire helado de la madrugada de primavera lo envolvió quitándole el aire de los pulmones. Cerró los botones del sobretodo que llevaba encima del traje mientras cruzaba la calle para entrar a la escena del crimen.
Pasó por debajo de la cinta que sus colegas habían colocado para evitar intromisiones. Había dos oficiales en la puerta del edificio. Ambos le hicieron la venia tocándose las gorras.
_ Bon jour, inspector_ dijeron casi al unísono.
_ No tan buenos, veo_ dijo él burlón_. ¿Qué tenemos aquí muchachos?_ preguntó moviendo la cabeza en dirección al primer piso del edificio.
_ Será mejor que lo vea usted mismo, inspector Rouselle_ dijo Marcel asomándose por la puerta del edificio. Marcel era un joven extraño y taciturno con un macabro sentido del humor, heredado probablemente de su profesión: médico forense.
El inspector siguió a Marcel al interior del lugar. Era un hombre alto, de unos cuarenta y tantos años. Tenía el pelo negro azabache poblado de canas y usaba un bigote del mismo color debajo de la nariz. Siempre trataba de estar limpio y bien vestido, rasgo característico de su obsesión por el orden y la limpieza.
En el cuarto estaba todo el equipo de Rouselle, conformado por dos médicos forenses: Marcel e Yves, y Juliette, que estaba en la academia de policía y además era especialista en computación. Los tres eran supervisados por Jean, que era oficial de policía, pero tenía un pasado de forense. Sobre la cama del cuarto estaba también el cuerpo de un hombre de unos sesenta años con barba canosa al estilo semita.
_ El profesor de la Universidad de París y rabbino Elías Petrovic_ manifestó Juliette que estaba sentada en un rincón con la computadora sobre el regazo. Acababa de comprobar la identidad comparando la foto del cadáver con las de la base de datos de la policía de la ciudad. Juliette era una joven de una increíble belleza, pero de edad aún más temprana que Marcel e Yves. Esa era una de las razones por las que Rouselle seleccionaba a su equipo. Los prefería jóvenes y llenos de vitalidad sin experiencias que crearan paradigmas de posibilidad en ellos. En esos días, todo era posible, y necesitaba un equipo de gente cuyas mentes estuvieran abiertas a toda posibilidad_. Sesenta y dos años, judío de nacionalidad israelí, campeón juvenil de boxeo, ex combatiente de la guerra del Sinaí, viudo y sin hijos. Lo encontró la mujer que venía a ayudarlo con la limpieza_ agregó levantando la mirada del monitor de la computadora.
Rouselle se acercó más a la cama para apreciar el cuerpo de Petrovic. Tenía una enorme herida en la garganta. La sangre que había brotado de la arteria aorta del sujeto había empapado las sábanas dejando una mancha gigantesca en la cama.
_ Lo mataron con dos movimientos_ expresó Jean, con toda la seguridad que le conferían sus años de servicio. A pesar de tener sólo treinta y dos, parecía viejo en comparación a los otros, que rondaban los veinticuatro _. Un experto indudablemente.
_ Estaba medicado_ dijo Marcel mostrándole con la mano enguantada en plástico un frasquito de pastillas para dormir al inspector Rouselle_. No hubiera despertado ni con el ruido de un choque en la calle
_ ¿Tenemos alguna huella?_ preguntó el detective volviéndose para mirar a Jean. Este negó con la cabeza.
_ Seguramente usaba guantes_ dijo, pero luego se volvió a la ventana que daba a la calle_. Pero sabemos que trepó por la enredadera que hay afuera hasta esta ventana. Mató al hombre con alguna especie de cuchillo o daga y limpió el arma con la toalla que encontró en el baño. Después tomó las llaves de Petrovic y salió por la puerta del frente del edificio tirando las llaves en la vereda.
_ ¿A qué hora ocurrió?
_ El deceso ocurrió entre las dos y las cinco de la mañana_ dijo Yves, que en esos momentos estaba inclinado sobre el cadáver con guantes de plástico y un barbijo.
_ ¿Podemos descartar entonces la presencia de algún testigo?_ preguntó Rouselle a su equipo de forenses.
_ Todos en el edificio dormían, y no creo que hubiera nadie en la calle a esa hora de la noche_ respondió inmediatamente Juliette sin apartar la vista del monitor de la computadora mientras tecleaba rápidamente_. Habrá que esperar la aparición de algún eventual testigo.
_ ¿Se ha localizado a algún familiar o amigo para reconocer el cuerpo?
_ Aún no_ respondieron Yves y Marcel casi al mismo tiempo. Ambos tenían la misma edad, pero a pesar de ello, había una gran rivalidad entre ellos ya que ambos ambicionaban el cargo de jefe de forenses junior de la fuerza, y solo uno podría obtenerlo. A menudo discutían acaloradamente durante algún caso, y no se hablaban durante días.
_ Llévenselo, amigos_ dijo el inspector_. Traten de que ningún vecino lo vea.
Rouselle salió del edificio y encargó a los oficiales que estaban afuera el llamado a una ambulancia a fin de transportar el cadáver a la morgue para la autopsia. Hecho esto, subió a su auto al otro lado de la calle y se alejó rápidamente del lugar.
Este caso era un verdadero desafío, incluso para él, uno de los mejores detectives de toda Francia. A pesar de estar atento a la conducción del auto, su mente estaba todavía en la escena del crimen tratando de encontrar algún indicio que pudiera desembocar en una pista desde donde empezar la resolución del caso.
Durante años, ese proceso mental automático que recorría su mente mientras el realizaba otra tarea lo había ayudado a aclarar múltiples casos que solo un experto en criminalística podría desentrañar. Era por eso que había alcanzado el puesto de inspector pocos años después de su entrada a la fuerza. Algunos decían que si había alcanzado el puesto de inspector en sólo seis años de servicio, solo le hacían falta las conexiones políticas como para postularse como Ministro Nacional de Seguridad.
Pasó por su casa para desayunar, ya que había tenido que salir apresuradamente antes ante el llamado. Su mujer ya se había ido a trabajar, y en el camino llevaría a los niños a la escuela. Le habían dejado la cafetera encendida y unos bizcochos. Tomó una taza mientras leía el diario que el cartero había dejado en la puerta de la casa.
Una vez terminado su desayuno, el inspector estaba listo para comenzar realmente su día. Miró la hora en el reloj del microondas. Eran más de las ocho. Salió apresurado, y con la mente todavía puesta en Elías Petrovic, emprendió el viaje al Palacio de la Fuerza de Policía de París.
El tráfico en la ciudad estaba tan pesado como siempre, pero él no estaba atento a su alrededor. Su mente seguía en la escena del crimen. Antes de que se diera cuenta, llego al palacio en el centro de la ciudad. Estacionó su auto fuera del edificio y entró caminando por la puerta del frente. Una vez dentro, caminó hasta su oficina en el segundo piso.
_ Bon jour, monsieur Rouselle_ le dijo Ivonne, su secretaria, apenas hubo doblado el recodo del pasillo que desembocaba en su oficina_. El jefe de policía Ruant pidió que fuera a verlo antes de hacer cualquier otra cosa.
Rouselle entró a su oficina y encendió la computadora. Había dos cartas para él, pero las abriría más tarde. Era prioritaria la entrevista con el inspector en jefe, así que dejó la computadora en proceso de encendido y se marchó hacia la oficina del hombre en el tercer piso.
Una vez allí, la secretaria le indicó que lo estaban esperando. La pluralidad del comentario de la joven lo dejó perplejo. Dudó por un momento antes de entrar, y aún así, lo hizo bajo un macabro presentimiento de que su vida cambiaría de ahora en adelante.
Al abrir la puerta de la fabulosa oficina, se encontró con la persona que nunca hubiera esperado encontrarse. Allí, sentado en una de las dos sillas frente al escritorio de Ruant, estaba el inspector David Bouchè.
Bouchè era un inspector unos años más viejo y con unos cuantos años más de servicio que Rouselle. Era reconocido por ser uno de los mejores detectives con los que contaba la policía francesa. Rouselle había hablado con él solamente un par de veces, ocasiones en que lo había considerado un sujeto admirable y agradable desde todo punto de vista. Durante un momento, quedó perplejo ante la situación, pero volvió en sí casi inmediatamente.
_ Bon jour, monsieur Ruant_ dijo corrigiéndose por su perplejidad_. Bon jour, inspector Bouchè.
_ Siéntese, inspector_ dijo el jefe indicándole una silla. Rouselle hizo lo indicado con una extraña sensación en el estómago, que le indicaba que no era una reunión normal_. Voy a ir directamente al centro de la cuestión. Los he reunido aquí para hablarles de los hechos que tuvieron lugar anoche en la ciudad. Anoche, en distintos distritos del centro, fueron asesinadas cinco personas.
Rouselle se sorprendió. Nunca había escuchado que cinc personas fueran asesinadas en una misma noche, aún en una gran ciudad como París. Bouchè se removió nervioso en la silla. Rouselle estaba seguro de que también había sido tomado por sorpresa.
_ Creemos que estos cinco crímenes esta interrelacionados entre ellos_ recomenzó Ruant luego de evaluar las reacciones de sus dos interlocutores_. A las cinco víctimas les cortaron la vena aorta y la tráquea con algún elemento cortante, sospechamos que fue el mismo en los cinco casos, y nos arriesgamos a suponer que fue una sola persona la perpetradora de todos los ilícitos. Verán, los hechos están separados por lapsos de tiempo suficientes como para que un solo autor haya estado en los cinco puntos esta noche, aún si se hubiera movilizado a pie.
_ ¿Hay algún patrón que una a estas personas?_ preguntó Bouchè, sin siquiera darle tiempo a su colega de digerir la información. Una vez más, Rouselle se sorprendió ante la velocidad mental y la sagacidad de Bouchè.
_ Los cinco se conocían entre ellos_ contestó el hombre abriendo un expediente y leyendo_. Eran profesores y estudiosos de la Universidad de París. Elías Petrovic, que además de profesor de teología, filosofía y de historia antigua, era rabbino de la comunidad judía; Jean Paul Gautiere, miembro de la comisión directiva de la institución y profesor de lógica y estadística; Pierre Dupons, profesor de filosofía; Anton Lacroix, coordinador de la cátedra de filosofía y profesor de ética profesional; y Osvald Furlont, profesor de literatura antigua y lengua latina.
“Los cinco profesores formaban parte de un grupo de trabajo dedicado a realizar proyectos acerca de las relaciones interreligiosas a lo largo de la historia. En estos momentos, estaban realizando un proyecto de investigación sobre el papel de las órdenes militares cristianas en las cruzadas, por lo que mantenían contactos con instituciones de estas características aún existentes y con bases de datos sobre las órdenes extintas. Más allá de eso, las actividades de los cinco eran las típicas de un profesor universitario entre mediana y avanzada edad, a excepción de Petrovic, que también ejercía como rabbino.
Rouselle asimiló lo escuchado y carburó en su cabeza el procedimiento a seguir. Lo primero era conocer los ámbitos en los que se movían los cinco, y luego pasar a un grado de investigación más profundo pasando a averiguar un poco más de la vida íntima de cada uno para encontrar algún posible sospechoso. Pero algo seguía molestando sus pensamientos. Aquello de la investigación era importante. Quizás, el proceso a seguir tendría que ser distinto esa vez. Lo primero sería averiguar sobre este proyecto, y sobre los objetos de investigación.
_ La idea_ recomenzó Ruant luego de dejar unos segundos para que cada uno de los dos inspectores consultara con su cabeza acerca de esto_, es que ustedes dos trabajen juntos. Naturalmente, una seguidilla de asesinatos sería como para ser resuelta por un solo inspector, pero he considerado que esto es un caso especial, teniendo en cuenta el profesionalismo del o los perpetradores, y el número de víctimas.
“Este caso es uno de los más complejos y complicados con los que nos ha tocado lidiar en los últimos años. Quiero que ambos trabajen coordinando sus equipos para llegar a algún posible sospechoso.
Bouchè asintió. Rouselle esperaba que presentara alguna queja. Sinceramente, no estaba de acuerdo con trabajar con alguien a la altura de Bouchè. Estaba pensando en ese momento algún argumento como para convencer al jefe, pero ninguno le pareció lo suficientemente convincente como para detener una investigación para la cual el inspector en jefe había convocado a dos de los detectives más eminentes de la fuerza de policía de París.
_ Bueno_ dijo Ruant interpretando erróneamente su silencio como una afirmación_, entonces está decidido. Lo mejor sería que comenzaran en estos momentos. Los interrogatorios que quizás ya hayan planeado hacer deberán esperar hasta mañana, ya que el rector de la Universidad ha decretado un día de duelo suspendiendo todas las actividades de la institución. Buena suerte en la investigación. Au revoir, caballeros
Rouselle se puso de pie, imitando a Bouchè. Este último salió de la habitación seguido por su colega. Una vez afuera, Bouchè miró a Rouselle y lo examinó detenidamente.
_ Quiero que sepa, querido colega_ dijo luego de unos segundos_, que es un completo honor para mí trabajar en este caso junto a usted y su gente.
_ El honor es mío, monsieur Bouchè_ contestó este_. Me interesaría saber como opina que sería el mejor procedimiento a seguir en un caso tan complejo como este.
_ Creo que lo esencial sería contactar primero a los conocidos de estos estimados señores_ comentó el hombre meditando_. A pesar del duelo de la institución, creo que podríamos tratar de establecer contacto con alguna persona que conociera a los cinco. Quizás algún colega de ellos. Yo mientras tanto, pasaré a la morgue, a supervisar las autopsias de nuestros cinco estimados ¿qué le parece este proceder?
_ Estoy completamente de acuerdo con usted_ dijo Rouselle inclinándose levemente_. También creo que sería crucial que ambos encontráramos un momento para comunicarles a nuestros respectivos equipos este arreglo dispuesto por el inspector en jefe, ya que por delante tenemos la ardua tarea de coordinar los esfuerzos de ellos, y creo que sería mejor contando con toda la colaboración posible de parte de ellos.
Bouchè asintió. El principio no había sido tan difícil como Rouselle había imaginado. Al parecer, el trabajo no sería demasiado complicado con una persona como él.

...

Mouli

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Mensaje  imobach Vie Mayo 08, 2009 3:19 pm

asombrante e increible me ha encantado
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